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Macroeconomía

El maíz vive su mejor temporada en años y vuelve a mover la economía

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Entre enero y octubre de 2025, las exportaciones de maíz crecieron más de 100% en valor y volumen. La producción superó las 6 millones de toneladas y abrió un nuevo capítulo para la cadena productiva. Hugo Pastore, Director Ejecutivo de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), explica cómo el clima, la tecnología y la industria local convergieron para impulsar un boom que reconfigura el rol del cereal en la economía paraguaya.

15 Noviembre de 2025 08.00

En un año marcado por comportamientos dispares en los complejos agroindustriales, el maíz se convirtió en el protagonista inesperado del comercio exterior paraguayo. Entre enero y octubre de 2025, las exportaciones del cereal pasaron de US$ 230,4 millones a US$ 468,2 millones, un salto del 103,2%. 

En términos físicos, el crecimiento fue aún más contundente: Paraguay exportó 2,8 millones de toneladas, más del doble de las 1,35 millones de toneladas registradas en el mismo periodo de 2024. El maíz pasó a representar 19% del total exportado en volumen y 4,9% del total exportado en valor, un cambio notable para un rubro que hace dos décadas tenía un protagonismo menor.

Para Hugo Pastore, Director Ejecutivo de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), la explicación del fenómeno empieza en el campo. El salto productivo, afirma, "es el resultado de un aumento de 100% si comparamos la zafra 2024 con la del 2025"

Pastore recuerda que el año pasado las condiciones climáticas redujeron el potencial del cultivo, y que el país pasó "de una zafra de alrededor de 3,7 millones de toneladas a una campaña que supera las 6 millones de toneladas, tal vez un poco más inclusive". La recuperación del clima - después de un ciclo irregular - fue el primer empujón decisivo.

Pero el clima no fue el único factor. Pastore destaca el nivel técnico del productor paraguayo, a quien describe como "un profesional que conoce muy bien cómo realizar las tareas, maneja la tecnología, domina la técnica y utiliza los insumos y las semillas correctas". Ese manejo profesional permitió transformar condiciones favorables en rendimientos efectivos y consolidar una producción históricamente alta.

Hugo Pastore Capeco
Hugo Pastore, Director Ejecutivo de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco)

Un mercado que responde dentro y fuera

El impacto de la producción se trasladó rápidamente al comercio exterior. Según Pastore, fue "el reflejo directo del crecimiento de la producción" lo que permitió que las exportaciones se expandieran a ese nivel. Brasil se mantuvo como destino principal, pero la demanda regional también acompañó. Uruguay, Chile y Perú tuvieron una participación relevante, y países extrarregionales como Corea del Sur volvieron a aparecer en el radar, tal como ocurrió en campañas anteriores.

Pero mientras la exportación captó la atención por su crecimiento extraordinario, Pastore subraya que el consumo interno también está creciendo de forma sostenida. En su visión, es un cambio estructural que empieza a modificar la dinámica histórica del maíz en Paraguay. Señala que "las industrias de etanol están teniendo una expansión importante; varias plantas ya están operativas, algunas entraron en funcionamiento en esta campaña y otras están en construcción", lo que sumará capacidad de absorción en los próximos años.

El otro motor interno es la producción de proteína animal. El avance de las cadenas de aves, cerdos y la demanda para raciones en ganado vacuno - tanto de carne como leche - está llevando al maíz a un uso más intensivo dentro del país. Para Pastore, esta convergencia representa una señal de maduración: el mercado doméstico va ganando robustez y diversificación.

Aun así, la lógica exportadora sigue presente. Pastore lo resume con claridad: "El consumo interno siempre es el primero en ser abastecido; luego se atiende la exportación". Paraguay produce mucho más de lo que su mercado puede absorber y, por lo tanto, su vocación exportadora no solo persiste, sino que se fortalece.

Fortaleza y cuello de botella

El crecimiento del maíz también presiona la infraestructura. "Venimos trabajando al límite de la capacidad logística que tenemos hoy", advierte Pastore. Menciona que los tres principales pasos terrestres hacia Brasil - Puente de la Amistad, el cruce por Puerto Indio-Santa Helena y Saltos del Guairá - están operando al borde de su capacidad.

Por eso, insiste en la urgencia de que las obras del Puente de la Integración, los accesos viales y la nueva circunvalación de Ciudad del Este avancen sin pausa. La infraestructura, dice, será determinante para sostener volúmenes crecientes. En lo fluvial, pide mantener los trabajos de dragado del río, esenciales no solo para el maíz, sino también para el resto del comercio exterior: soja, derivados industriales e insumos importados.

La próxima frontera

Consultado sobre el futuro, Pastore observa dos líneas estratégicas donde Paraguay podría dar su salto de valor agregado. La primera es el etanol, donde ve "una oportunidad muy importante" gracias al dinamismo de las plantas existentes y las nuevas inversiones.

La segunda es más ambiciosa: transformar la proteína vegetal en proteína animal. Para él, este es "el camino del verdadero valor agregado", ya que permitiría convertir el maíz en carne de aves, cerdos y eventualmente ganado vacuno destinado a la exportación. Es una visión que va más allá del grano y que apunta a integrar cadenas, industrializar y diversificar la matriz exportadora del país.

Un año excepcional que abre una puerta

El salto del 100% difícilmente se repita cada año, pero la tendencia de fondo es clara. La conjunción de clima, tecnología, demanda interna y mercados externos mostró lo que el maíz paraguayo es capaz de hacer cuando las condiciones acompañan. Lo que viene depende de la capacidad del país para sostener su infraestructura, consolidar la industrialización y mantener la profesionalización del sector.

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